La libertad



La libertad es algo extraño. No existe fuera de nuestras mentes, no es más libre el aborigen Konso que el oficinista o que el preso, y aún así, allí está. Una mañana soleada nos levantamos y nos sentimos libres, el aire parece menos denso y la luz nos acoge en su regazo. Ese día nos hemos otorgado el don de la libertad.

La libertad se conforma como contraposición al cautiverio. ¿pero qué nos atrapa? ¿Quién sujeta nuestras manos y cuarta nuestras vidas? Si analizamos el esclavismo de la época clásica, la sumisión en el trabajo o en el amor, o la etología de muchos mamíferos durante el apareamiento, veremos que es la víctima   quien acepta la relación de subyugación que se le plantea, se posiciona en un papel recesivo del que es muy difícil salir. El perdedor abandona su lucha y acepta la nueva situación (por ahí oí decir que el triunfador es aquel que camina con alegría entre fracaso y fracaso). Es pues, una jaula mental, ficticia, que te apresa y no te deja ver que la puerta del calabozo está abierta.

Sin llegar a extremos, todos hasta cierto punto estamos enjaulados por decenas de asunciones de poder, en que algunas veces ejerceremos de verdugos y otras de víctimas. El trabajo, la pareja, la familia, el estado, dios … Todas estas relaciones son producto de nuestra psique, su legitimidad es un frágil acuerdo, que más de uno nunca se ha planteado poder romper. Potencialmente nadie es nada respecto a otro, los límites los definimos cada uno de forma interna.

kyudoPor consiguiente, la actitud adoptada es el eje de lo que somos. Parece una tontería, pero al rico le es fácil conseguir más dinero por el mero hecho de no importarle el dinero. Así, en tantas otras cosas, tener la actitud correcta nos proporciona un beneficio concreto.

Me acabo de acordar de un cuento Zen sobre el Kyudo, el arte japonés del tiro con arco. La síntesis del cuento era que, a la hora de tirar con el arco a la diana no debía apuntarse, eso era lo menos importante. Lo fundamental era seguir los pasos correctos, la respiración, y estar en paz con el universo. Si se conseguía el estado mental adecuado, dar en el centro de la diana era simplemente una consecuencia directa.

La libertad es algo extraño. Es desatarse poco a poco, deshacer los nudos que hemos ceñido fuertemente a nuestras muñecas, y empezara vivir sin miedo.



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