El ser como producto de la posibilidad



La lógica determina que la realidad es todo lo que puede ser, pero sin llegar ser, una dicotomía extraña para nosotros, seres conceptuales, que nos regimos por el tiempo y los límites[1]. Cómo encajamos en esta conclusión que desafía nuestra experiencia sensible es explicado por el todo indiferenciado, que es la nada, que alberga la posibilidad en potencia del tiempo y el ser consciente. Claro que también caben muchas otras posibilidades, todas aquellas que respeten la coherencia, el imperativo lógico; muchas de ellas yermas, muchas otras inimaginables por su divergencia con cualquier idea que podamos llegar a concebir.

La posibilidad del ser humano “no es” en términos tangibles, al requerir una diferenciación inexistente en la infinita nada, pero sí “es” en potencia, y está contenida en el todo. Existe la lógica, las leyes de coherencia de aquello que podría ser, pero no hay ningún material, ni energía, ni dimensión más allá de la posibilidad. La pregunta, entonces, es cómo explicar lo que somos.

La respuesta se halla en que la posibilidad del ser consciente en un marco espacio-temporal implica que dicho ser consciente percibiría la concreción determinada que lo ha hecho posible. Ese supuesto ser consciente potencial se haría preguntas, sentiría el devenir del tiempo, y tendría consciencia de estar en un momento diferente en cada instante. Por otra parte, la energía que en esa posibilidad del ser consciente no estuviera agrupada en un sistema consciente, evidentemente no percibiría la diferencia ni la existencia, y sería solo como producto de la percepción del ser consciente.

Y es que la posibilidad del ser es una ecuación posible, que manteniendo la coherencia, solo existe desde la visión del sistema de la consciencia recorriendo su potencial camino. La realidad concreta existe mientras tenemos la ilusión de estar en ella, por las características implícitas de este posible sistema que somos nosotros. Que el posible ser consciente no percibiera lo que percibimos, como es la impresión del universo, la concreción o el tiempo, sería incoherente[2], y por eso, por imperativo lógico, nuestra experiencia existencial es tal como es.

La realidad aparente es un subproducto de la consciencia, contenida en una realidad absoluta atemporal, infinita e inmóvil, que nunca[3] ha existido, pero es, igual que pi es la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro en un posible mundo bidimensional.

En último lugar, conocer qué es la existencia o la realidad en que nos encontramos podría parecer la cuestión primordial para el ser humano, aunque a medida que entendemos qué somos se hace patente que dichas preguntas sobrepasan nuestra naturaleza funcional, poseedores de una capacidad de razonamiento no acorde con nuestros mundanos intereses. Pero aún así, algunos seguimos intentando entender esta extraña, maravillosa, terrible experiencia, a pesar que nuestra curiosidad tan solo sea una corrupción inútil de habilidades funcionales que la evolución ha descuidado, extravagancias que no tardará en corregir, tan atenta siempre para que sigamos siendo monos de circo.


Notas:

  1. ^ En el artículo «La causa de la Realidad: el imperativo lógico» se explica la dualidad todo/nada de la realidad.
  2. ^ La incoherencia es la nada de la nada, ya que a pesar que la nada no es, lo incoherente no puede ser.
  3. ^Utilizar términos temporales como “nunca” puede que no sea lo más adecuado, y lleve a confusión en un concepto tan difícil de explicar como este, pero es que el lenguaje no tiene palabras para definir algunos aspectos de estas ideas abstractas. Espero utilizar las herramientas de que dispongo de la mejor forma posible, aún sabiendo que al trascribir ideas tan alejadas de lo cotidiano erraré con algunos términos.

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