El deseado relax que fuimos a capturar a Italia lo encontramos en las apacibles y soleadas tierras de la Toscana. Turismo gastronómico, piscina y tranquilidad. Esta región situada en el centro de Italia es, sin dudarlo, ideal para aquellos que quieran desconectar unos cuantos días.
Además de las bonanzas propias de la tierra y sus gentes, si tenemos la suerte de coincidir con las fiestas y ferias que se van desarrollando por toda la región, podremos añadir el toque cultural a nuestra visita. Si eso no es suficiente, para los amantes de los museos y los monumentos ciudades como Florencia supondrán un reto si se quiere ver toda su riqueza cultural.
Pueblecitos, viñedos, y buena comida toscana. Os lo recomiendo.
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APUNTES PARA EL INTERESADO EN VIAJAR A LA TOSCANA (Italia)
Clima:
La frase “bajo el sol de la Toscana” puede convertirse en muchos casos en una maldición. Cuando las nubes no lo tapan el astro rey en esta zona castiga sin piedad, y hay que dosificar con sabiduría la dosis diaria de luz solar si no queremos sufrir algún que otro sofoco. Por lo general hace buen tiempo en verano, y los esporádicos chaparrones que podamos encontrarnos nos darán otro interesante punto de vista de la región y su frondosidad.
Comida y Bebida:
La Toscana es tierra de sabores y aromas, y en su geografía nos será posible deleitarnos con infinidad de aceites, vinos y especies. Los quesos y embutidos de jabalí siempre serán bienvenidos junto a un poco de pan tostado, pan sin sal, eso si. No hay que olvidar los exquisitos vinos que aquí se preparan, de entre los cuales resaltaría:
- La Vernaccia di San Gimignano: Alrededor de un pueblo de grandes torres y cuestas como es San Gimigniano se elabora un vino blanco, suave, de aroma a laurel, de muy buen beber. Su caldo prudente lo hace indicado para todo tipo de paladares, y su aspereza inicial se diluye progresivamente si se combina con una buena velada con productos de la tierra.
- Chianti: De sabor aromático e intenso, es un vino mundialmente reconocido por su calidad, con notas de ciruela al final de su ingestión.
- Brunello di Montalcino: De sabor robusto, el Brunello es oscuro como el Ponto, rico en peces, y en su mar de sangre nos podemos ahogar si no realizamos sorbos escuetos para poder disfrutarlo mejor.
Gente y Precios:
Los precios de la mayoría de artículos son parecidos a los que podamos encontrar en España, a excepción de los refrescos o bebidas, que comparativamente son muy caros. Los vinos también pueden suponernos un desembolso importante si los adquirimos en tiendas, así que si tenemos la oportunidad de ir a algún sitio donde los produzcan directamente nos ahorraremos un gran porcentaje del importe, además de disfrutar de un buen rato.
La gente es amable, divertida y ligeramente alocada. El tópico de que los italianos conducen mal es verdad en parte, y no debemos preocuparnos si nos pitan con cierta frecuencia.Sitios de Especial Interés:
San Gimignano:
En medio de los campos de viñedos se levanta un pequeño pueblo medieval característico por sus grandes torres, dándole el aspecto de un diminuto manhathan en medio de la verde y soleada Toscana. Además de las torres, ya impresionantes de por si, en las pendientes de sus callejones y sus plazas descubriremos un multitud de construcciones del medioevo, y si buscamos bien, recovecos que nos transportarán a otros tiempos gracias a la magia de sus luces y sombras.
No obstante, la belleza del lugar lo ha convertido en un destino obligado para turistas y viajeros, y este hecho se hace palpable en el tráfico de gente por sus calles. Tiendas por doquier de productos regionales y heladerías artesanales (en una de ellas nos sorprenderá el mejor maestro heladero del mundo, y se debe, por lo menos, probar).Florencia:
Esta ciudad nos evoca su pasado medieval tardío a través de cada una de sus piedras, teniendo infinidad de pequeñas joyas distribuidas por sus calles y plazas. Encrucijada donde nacen museos, esculturas y ristorantes para pasar varios días. En su colosal catedral admiraremos por primera vez el típico estilo bicolor que podremos apreciar en tantas otras iglesias de la zona, y en los jardines del palacio de Pici nos perderemos inmersos en una fábula renacentista, retozando entre sátiros y ninfas.Siena:
Otra ciudad eminentemente medieval, enclave ineludible para el viajero a la Toscana. Si se tiene la posibilidad hay que ir el 16 de Agosto, cuando se celebra la fiesta del Palio, en ella los diferentes barrios de la urbe se enfrentan en una carrera sin cuartel a caballo en la plaza principal.Volterra:
Tuvimos la suerte de poder ir a Volterra durante la Fiesta Medieval que celebran en esta localidad, donde toda la villa se viste con atuendos de otros tiempos, con actividades, comercios y espectáculos, y hasta con una moneda propia, el grosseto, para la ocasión. Después de tirar con arco, escuchar a los juglares, o torneos a caballo entre tantas otras cosas, me compré una botellita de ambrosía elaborada por una asociación dedicada a la recreación de elementos medievales. Cuando se de la ocasión de probarla, ya contaré como está.
Son particularmente exquisitos los diversos artículos de alabastro que podremos adquirir en las tiendas de esta ciudad, y para los amantes de las culturas antiguas existe un museo Etrusco con urnas y esculturas de gran interés.Montalcino y Piensa:
Pueblecitos pequeños, en los que perderse para descubrir su encanto y sus magníficas vistas del territorio. No tienen grandes monumentos ni iglesias, pero quizás ahí es donde reside su sutil encanto.Bagnis:
Existen varios sitios donde uno puede bañarse en aguas termales, uno de ellos es el conocido como Bagni de Sant Filippo, un riachuelo que salvaguardado por el bosque desciende la colina con su curso caliente, formando terrazas y cascadas, a veces líquidas, a veces de piedra calcárea. Una arcilla blanca y fina tinta muchas de estas terrazas, y los visitantes suelen cubrirse con ella como tratamiento cosmético. El único inconveniente en este paradisíaco lugar es el mal olor que desprenden las aguas termales, que nos perseguirá durante días si no vamos con cuidado.