Las fábulas, si nos ceñimos a la definición típica, son cuentos cortos donde a menudo aparecen animales capaces de hablar y razonar, y en su ocaso, tienen un inevitable moraleja. Todos las hemos oído de pequeños y hemos crecido rodeados de su influencia en nuestro entorno cultural en cientos de aspectos. Pero, aunque muchos una vez les ha salido bigote las tachen de patrañas para niños, provienen de tradiciones orales antiquísimas, y antes que Hans Christian Andersen (autor de El patito feo, El traje nuevo del emperador o El soldadito de plomo) o los Hermanos Grim (autores de Blancanieves, La Cenicienta, Hänsel y Gretel o Juan sin miedo) las adaptaran al público infantil, estas iban dirigidas en su mayoría a los adultos, como metáforas aleccionadoras de verdades y conceptos. Siendo parte fundamental de un sendero teológico-filosófico los hombres sabios se las contaban a sus discípulos para hacerles más comprensibles conocimientos difíciles de entender sin un ejemplo práctico. Así pues, las fábulas encierran residuos de esas enseñanzas herméticas y filosóficas de la antigüedad.
Una muestra que nos brinda el griego Esopo (S. VII Ac), padre del fabulismo occidental, es su historia de la liebre y la tortuga[1] donde nos ejemplifica perfectamente dos ideas:
1 ª – El trabajo constante, la disciplina, es mucho más fuerte que la capacidad por si sola.
2 ª – Nunca des nada por sentado.
Y hasta podríamos extraer una tercera lección de matiz kármico, que nos advertiría que cada uno al final tiene lo que se merece. La lista de fábulas que conocemos, si nos ponemos a pensarlo un poco, es incontable, y muchas de ellas son hijas del gran Esopo. Para que el lector se de cuenta de este hecho, a continuación enumeraré las fábulas que tradicionalmente se le atribuyen:
- El águila y la zorra
- La zorra y las uvas
- El Viento del Norte y El Sol
- El escorpión y la rana
- El granjero y la víbora
- El león y el ratón
- El perro y la campanilla
- El ratón de campo y el ratón de ciudad
- La cigarra y la hormiga
- La liebre y la tortuga
- La rana que quiso ser buey
- El cuervo y la zorra
- El cuervo enfermo
- La gallina de los huevos de oro
- El invierno y la primavera
- La comadreja y las gallinas
- El viejo y la muerte
- El campesino y la serpiente
- La rana y la zorra
- La perra que llevaba un trozo de carne
- El niño que se ahogaba
- Zeus y la serpiente
- De gansos y grullas
Otra escuela en el arte de las fábulas sería la propiamente oriental, teniendo como cúspide de su literatura la magistral compilación de las mil y una noches, que nos transporta a un mundo de genios, príncipes y noches de siroco. Un bonito representante de esta corriente es el cuento de los seis ciegos y el elefante[2], de origen indio, que nos induce a profundas reflexiones sobre el conocimiento de la realidad, y nuestras limitaciones al respecto.
No hay que subestimar nunca lo que en apariencia se presenta simple, pues en muchos casos, si frotamos un poco el polvo de la lámpara, revelaremos fantásticas historias y complejas ideas.
A pesar que habitualmente nos centramos, mirándonos el ombligo, básicamente en las fábulas occidentales, y a mucho estirar en las orientales más conocidas, en el globo existen cientos, sino miles de ellas, fieles representantes de la diversidad cultural que puebla el mundo. Es curiosos en algunos casos el constatar la similitud entre cuentos de diferentes tradiciones separadas por océanos e infiernos, pero al fin y al cabo, reflexionándolo, somos todos los mismos humanos quienes las escribimos, con los mismos deseos y temores. Desde Níger nos llega Kwaku Ananse y la serpiente, desde china el vendedor de palabras, desde Escocia la esposa selkie, desde las Rocosas cara marcada, desde Australia Ngarri Jandu y los nimmamoo, desde Mongolia la mujer helecho, desde Finlandia la muela de Heesi, desde el Japón el cerezo volador y hasta nos llegan cuentos de culturas ya desaparecidas, como la fábula azteca de Ixtla y Popocatépetl. Podría seguir durante horas, gracias a Internet hoy en día toda esta cultura esta muy cerca de nosotros, tan siquiera tenemos que querer buscarla.
Los cuentos para niños y las leyendas tienen mucho que aportarnos. A los que no quieran escucharlas, lo lamento, quizás hayan dejado de ser niños, si eso significa dejar de querer aprender.
Ilustraciones de: Arthur Rackham
Notas:
- ^ Una liebre y una tortuga deciden hacer una carrera, la liebre, segura de su velocidad, va parándose por el camino a descansar, hasta que cerca de la meta se queda dormida. La tortuga, con paso constante, sin detenerse, llega a la meta antes que la liebre y cuando esta se despierta ya es demasiado tarde.
- ^ Existía en la India un grupo de sabios ciegos, que por las noches se dedicaba a discutir y relatar los más asombrosos acontecimientos. Un día decidieron saber como era un elefante, pues ninguno de ellos sabía realmente su naturaleza. Cada uno palpo al animal, y extrajo una conclusión: uno decía que un elefante era como un muro, otro que era como una serpiente, porque le había tocado la trompa, otro que era como una lanza, dado que palpó los colmillos, y así el resto. Todos tenían parte de razón, aunque todos estaban equivocados.
Buena y breve,por tanto dos veces buena, explicación de las fabulas en general. Solo comentar que a Esopo se le atribuyen muchísimas más fábulas y solo habrás querido dejar constancia de algunas de las más conocidas aunque no lo indiques.
Es muy bueno.
Las fábulas son algo en la vida, las cuales nos aportan cosas, no es solo el echo de leer y punto.
Nos aporta a las personas más mayores y los niños, desde cosas bonitas hasta cosas tristes, pero son cosas las cuales nos ayudan a madurar como personas.